Consejos para evitar una relación tóxica – Parte 5: Busca una disciplina sólida que te permita expresarte

Con tantos límites y obstáculos que la sociedad impone, es obvio que no va ser fácil encontrar una forma sencilla de expresar lo que nuestra Sumisión nos hace sentir, o para valorar una autoridad que nos pueda ayudar a encontrar soluciones.

Por esa razón necesitamos Someternos a una disciplina que nos pueda sacar de lo aburrido y mostrarnos en camino hacia el universo del placer.

Pero, ¿cómo identificar la disciplina adecuada? ¿Cómo entender si hemos escogido bien o si estamos en el camino correcto?

Te dejo una lista básica de pequeños detalles que pueden ayudarte a identificar lo que debes buscar en el futuro, o ajustar en el presente:

Comunicación

Pasión por el sufrimiento

Exploración

Destrucción de límites

Voluntad para cambiar

¿Por qué necesitas la disciplina de un verdadero Dominante?

Ocultamos nuestras carencias emocionales debajo de la alfombra hipócrita de los ideales románticos, sin darnos cuenta del daño que causa la toxicidad que brota de nuestras mentes. Forzamos esquemas de relaciones estrictos que nos hagan sentir especiales, únicas y exclusivas, tratando de llenar vacíos sin fondo mediante detalles materiales, muestras extremas de cariño o fantasías irracionales sobre príncipes azules que nunca llegan y promesas de felicidad que nunca se cumplen.

Nos dejamos seducir por la seguridad y la comodidad de reglas primitivas, sustentadas sólo por el pedestal incuestionable de la tradición ancestral y protegidas siempre por la rigidez violenta de la moral colectiva. Por simple miedo, o porque nadie nunca nos ha dado la oportunidad, evitamos asomarnos por debajo de la alfombra podrida, hacia la oscuridad infinita donde se ocultan todas las anécdotas dañadas, aquellas experiencias que ya nadie quiere recordar, el sufrimiento de las relaciones fracasadas, las consecuencias traumáticas de los límites sociales y el extremo grotesco que sólo nace desde los prejuicios culturales.

Nos dedicamos a construir relaciones conflictivas, cegadas por la presión de cumplir con reglas que nunca entendemos, el frenesí de cubrir necesidades insaciables que terminan haciéndonos mucho daño y el impulso instintivo de competir con otras mujeres, imitando estereotipos que nos alejan de nuestros placeres.

Nunca miramos atrás, le huímos a lo que está mal, ocultamos nuestros sentimientos, aspirando a que desaparezcan si hacemos el suficiente esfuerzo para ignorarlos. Nos destrozamos por dentro, renunciando a lo que somos, a nuestras pasiones, a lo que realmente nos inspira, tratando de alcanzar objetivos y metas que no nos llenan, que nos dejan aburridas y que terminan abrumándonos con conflictos que nunca sabremos manejar.

Nos pasa a todas, sobre todo en esta sociedad en la que nos tocó nacer. Tarde o temprano la incoherencia entre lo que realmente sentimos y lo que nos exigen que sintamos, nos lleva a explotar de insatisfacción, a dudar de si debemos continuar ignorando la alfombra intolerable de nuestra propia inconsciencia, de lo que los demás imponen, de nuestra propia familia y de todo lo que nos han enseñado.

En algún punto, nos damos cuenta de que debemos limpiar, que debemos mirar debajo de nuestra propia alfombra. Algunas lo hemos intentado, pero el dolor de los recuerdos y el miedo a todo lo que se pueda encontrar, termina siendo tan insoportable, que preferimos seguir ignorando, huyendo, ocultando todo, una y otra, y otra vez, hasta la siguiente gran explosión.

¿Es así cómo quieres seguir viviendo? ¿Eso es todo a lo que puedes aspirar?

¡Yo digo que no! Y, en mi caso, logré encontrar la solución a través de una disciplina que logró liberar mi Sumisión.

Ahora, controlar, contener y moldear los tormentos que acechan nuestra Sumisión es una tarea que no cualquier ser humano está preparado para enfrentar. Y ni hablar de lo que se requiere para poder identificar los reflejos y conflictos que todo eso genera.

La realidad es que no podemos hacerlo solas o, por lo menos, yo me declaro impedida para encontrar una forma de cómo hacerlo. Es aquí donde la Dominación debe entrar en nuestras vidas y plantear propuestas.

Un Dominante tendrá la obligación de ofrecer una disciplina, un proceso para que todas y cada una de las expresiones de nuestra Sumisión, se puedan manifestar sin conflictos y con propósitos claros. Sin imponer, sin forzar.

De forma espontánea, tú misma, te vas a dar cuenta de que es posible cambiar tu conducta y encontrar una forma íntima, para solucionar tus problemas y generar placer en tu vida.

Cuando un verdadero Dominante penetra tu mente, encontrarás escenarios para explorar y ser explorada, donde puedas expresar tu naturaleza sin prejuicios culturales y con total claridad sobre los retos emocionales que tendrás que enfrentar en tu interior.

Puede ser una postura, una manera específica de hablar, una forma de vestir o cualquier mecanismo que te permita sacar los ovarios necesarios, para enfrentar todo eso que llevas oculto y asomarte por debajo de tu alfombra. No importa qué, ni cómo, lo importante es el por qué y un Dominante te hará entender el propósito de cada detalle, cada movimiento, cada cambio y cada sentimiento.

Fácilmente podrás darte cuenta del valor que la disciplina de un Dominante puede aportar a tu vida, porque la conexión entre lo que experimentas y lo que sientes se irá haciendo cada vez más fuerte. Podrás crear una conciencia totalmente transparente sobre tus objetivos y las razones de tu sufrimiento. Y por supuesto, la manifestación de comportamientos mucho más sanos en ti, será simplemente inevitable, no tendrás que luchar por mostrar evidencias, sino que los demás voluntariamente te lo harán saber.

Ahora bien, esto no se da simplemente porque el Dominante tiene la obligación de poner todo eso en nuestras cabezas y manifestarlo como por arte de magia. Somos nosotras las que debemos cambiar la mentalidad y la perspectiva sobre los propósitos que establecemos hacia una relación en pareja o con cualquier otra persona.

Un Dominante plantea soluciones a tus problemas, pero es tu responsabilidad ejecutar y hacer lo necesario para destruir tus límites y superar tus obstáculos. Nadie podrá hacer eso por ti.

Un Dominante será tu más firme aliado, pero sólo de aquella parte de ti que quiere y aspira a estar mejor. Sin embargo, al mismo tiempo, un Dominante se convertirá en el enemigo más despiadado e inhumano de aquella otra parte de ti, que sólo busca el autosaboteo para quedarse en la comodidad del miedo. Es tu responsabilidad elegir el lado que más quieras alimentar y fortalecer.

Por esa razón, en lugar de andar siguiendo las reglas de los demás y dejarse hipnotizar por ideales románticos, tóxicos y depresivos, necesitamos mentalizarnos para buscar una relación que nos permita aspirar a terminar en alguna situación mejor, no importa cual, pero que definitivamente nos permita avanzar con respecto a la situación en la que empezamos. Pero, no en términos económicos, sociales o materiales, sino en términos emocionales, desde lo que sentimos y hacia el placer, que nos presione para enfrentar toda la destrucción que se encuentra debajo de la miserable alfombra de la cobardía.

¿De qué nos sirve vivir una ilusión, alardear de un príncipe azul o buscar la historia romántica perfecta, si vamos a terminar aburridas, incontrolablemente ansiosas por evitar nuestra insatisfacción y tormentosamente confundidas, tratando de encontrarle una salida a un laberinto de emociones, que nosotras mismas decidimos construir?

Contrario a lo que la arrogancia de la mayoría dicta, no necesitamos que nos escuchen, necesitamos escuchar. No necesitamos cómplices, necesitamos que nos corrijan. No necesitamos sentirnos bien, sino aprender a enfrentar nuestro sufrimiento.

En nuestro interior existe aquello que excita y nos estremece, pero también existe lo que hace daño y destruye el alma. Necesitamos a alguien que nos enseñe a controlar ambas bestias.

No necesitamos que otra persona nos haga sentir especiales, necesitamos a alguien que nos ayude a destruir nuestros límites, para descubrir todo el placer que nosotras mismas somos capaces de producir.

No importa si no sabemos cómo o si no tenemos claras las características de la situación específica que buscamos. La idea es que, a través de una relación con un Dominante, podamos dedicarnos a explorar, a aprender y a descubrir mutuamente el camino que más nos conviene, el camino hacia el placer.

No vale la pena tratar de hacer cambiar o enjuiciar a los demás, tampoco tienes que vivir cuidándote de todas las amenazas que puedan surgir en tu mente, ni mucho menos tienes que forzar tu entorno o esperar a que se den las condiciones, para poder alcanzar tu felicidad o intentar mejorar lo que sientes. Lo único que necesitas es cambiar tu mentalidad sobre las relaciones de pareja.

El resto fluirá espontáneamente sin siquiera darte cuenta y lo podrás percibir cuando te encuentres rodeada de sentimientos positivos, que nunca pensaste poder generar.

Si aún no lo sientes, vuelve al fundamento, a lo básico, empieza de cero, pero olvidando todo lo que te han enseñado y continúa buscando. El placer siempre te indicará el camino.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *