El efecto tóxico de la fidelidad en nuestras vidas

Miedo a la Infidelidad

No importa si es BDSM, romanticismo tradicional o esquemas de poliamor, si una relación está enfocada en promover miedos, comportamientos agresivos y conceptos derivados de instintos primitivos, siempre terminará en conflicto y represión.

Por lo tanto, parecería ilógico que una persona decida voluntariamente establecer acuerdos basados en conceptos conflictivos, polémicos y con múltiples malinterpretaciones. Y sin embargo, la fidelidad forma parte de los pilares más importantes dentro de las relaciones entre seres humanos.

Desde mi experiencia, he encontrado los siguientes argumentos para adoptar una posición de precaución, e incluso de aversión, hacia el concepto conflictivo de la fidelidad:

Aquí pretendo repasar a profundidad mi perspectiva sobre la fidelidad, tratando de aportar un granito de arena en la creación de conciencia sobre la necesidad de construir acuerdos sanos en nuestras relaciones interpersonales. El objetivo es plantear razones básicas por las cuáles la fidelidad debe ser eliminada, o por lo menos reemplazada, cuando pensemos en construir relaciones de pareja.

El origen de la fidelidad

La fidelidad es un concepto que nace de la necesidad de reproducirnos de forma exclusiva. No hay nada complejo detrás de esa realidad. El concepto de fidelidad ha sido moldeado y ajustado de acuerdo con las condiciones culturales, y las interpretaciones que cada sociedad tiene sobre el instinto básico y primitivo de exclusividad genética.

Sin importar las vueltas que se le quiera dar al tema, la fidelidad no es más que una justificación a la necesidad de que nuestros genes sean los únicos que se repliquen y que no haya nadie más en la manada que pueda tener ese privilegio.

Sin embargo, la fidelidad es un instinto tan básico y natural, que nos lleva a normalizar actitudes cotidianas de nosotros mismos y de nuestras parejas, que en realidad están claramente catalogadas como enfermedades. Celebramos y aplaudimos las reacciones agresivas de una persona que siente celos, porque nosotras mismas asociamos los celos con el amor y estamos esperando esas reacciones en nuestras parejas.

Lamentablemente, dejarse llevar por los instintos puede generar consecuencias bastante trágicas a nivel individual y grupal. Particularmente, resulta bastante peligroso cuando se plantean relaciones entre personas, que no tienen la capacidad para lidiar con sus impulsos y las carencias emocionales de sus traumas.

Es apenas lógico que en esas condiciones, bastante comunes y populares, la fidelidad se preste para las peores expresiones primitivas del ser humano. Con esto sólo quiero plantear la necesidad de entender nuestros instintos y nuestros traumas, antes de pensar en establecer perspectivas apresuradas sobre la importancia de la fidelidad en las relaciones de pareja.

Si tú misma decides darle rienda suelta a tu lado más primitivo y exigir fidelidad en tus parejas, después no puedes andar quejándote o culpando a los demás de las heridas innecesarias, los períodos interminables de depresión y la insatisfacción de las consecuencias desagradables de los instintos del ser humano.

La violencia generada desde la fidelidad

Una de las consecuencias más tóxicas de los noviazgos se encuentra en las inseguridades de los celos, que terminan en comportamientos agresivos e incluso violentos sobre los demás.

En ese sentido, la violencia que puede generar el miedo a la infidelidad es bastante evidente y es una circunstancia que no puede ser promovida.

De hecho, la causa principal de la violencia intrafamiliar y el maltrato hacia las mujeres, es el miedo a la infidelidad. Sólo basta con revisar los reportes de ese tipo de casos en la policía y los hospitales. La gran mayoría son generados por temas relacionados con celos.

Sólo con esa evidencia debería ser suficiente para tratar de contener o prevenir cualquier expresión derivada de la fidelidad.

Ya sea en forma de agresiones o desde la simple incomodidad de los sesgos, prejuicios o los reflejos del enojo, cualquier perspectiva que promueva la fidelidad debería ser señalada y etiquetada como peligrosa.

Es una realidad que hay muchas personas en estos momentos que están siendo abusadas, maltratadas e incluso violentadas por una simple sospecha de infidelidad.

Tal vez tu necesidad de cariño actual pueda llevarte a idealizar una muestra de fidelidad, como si fuera una expresión de amor, pero ten en cuenta, que esas situaciones pueden pasar de la ilusión a la muerte, en cuestión de segundos.

Efectos emocionales tóxicos de la fidelidad

No se trata sólo de violencia, las consecuencias negativas de vivir en torno a la fidelidad se presentan como una realidad muy visceral y traumática en nuestras vidas, reflejándose en innumerables fuentes de conflictos internos.

Enfrascarse en un esquema de relación estricto que genera miedo a la infidelidad, eliminará la comunicación de nuestras pasiones, reprimiendo lo que nuestra naturaleza necesita y evitando expresar lo que surge espontáneamente de nuestros deseos.

En algún punto, ese tipo de relaciones terminan explotando desde una lucha violenta por recuperar la libertad en las expresiones o por la necesidad de destruir al ser humano tan aburrido e incoherente en el que se han convertido.

De esta forma, las condiciones que produce la necesidad de fidelidad limitarán la autoestima, exponiéndonos a la ansiedad eterna del miedo al rechazo y aniquilando cualquier indicio de curiosidad sobre nuestros sentimientos.

Esto es simple sentido común y la evidencia se encuentra en todas las relaciones de ese tipo que tenemos a nuestro alrededor. El problema es que la mayoría de personas prefieren huir, ignorar y justificar estos comportamientos culpando a unos pocos, a fenómenos extraños de alguna fuerza oculta o la simple mala suerte.

Sin embargo, la realidad es que no podemos permitir que la necesidad primitiva de reproducirnos o las carencias emocionales que el instinto de exclusividad nos plantea, se interpongan a nuestra capacidad para construir espacios positivos, alejados del miedo y donde podamos expresarnos sin generar conflictos.

La responsabilidad es de todos

La fidelidad hace parte de un instinto primitivo del ser humano y por lo tanto, ningún ser humano tendrá el criterio para juzgar a los infieles o para establecer los comportamientos adecuados. No podemos culpar a los demás, todos tenemos responsabilidad.

No se trata de algunos hombres promiscuos o de algunas mujeres sin vergüenza. Tampoco de bobos que se dejan manipular o de mujeres necesitadas que soportan lo que sea.

Todos los seres humanos corremos el riesgo de sucumbir a los impulsos de nuestros instintos y convertirnos en seres despreciables y primitivos.

El miedo y el odio a la infidelidad es un resultado de acuerdos colectivos, no sólo desde una pareja, sino desde toda la comunidad. Pero aún así y de forma extremadamente egoísta, las consecuencias de esos acuerdos terminan juzgándose desde comportamientos individuales.

Es la sociedad la que impone los límites y distorsiones sobre nuestros sentimientos y sensaciones, pero luego cada quien tendrá que lidiar con los problemas que surjan de la maladaptación del objetivo glorioso de la reproducción.

Todos somos humanos, todos somos seres sociales, todos debemos entender que existen procesos colectivos que nos afectan y que, como miembros de una misma especie, tenemos responsabilidad sobre esas consecuencias y sobre los cambios que implica la búsqueda de una solución integral.

Debemos crear conciencia de que si exigimos fidelidad, ya sea en nuestras relaciones o la de los demás, estamos siendo parte del problema. Promover la fidelidad es celebrar la violencia desde y hacia las mujeres. Es disfrutar de todos los niños traumatizados por los conflictos de padres tóxicos, que se violentan entre sí por culpa de los celos.

Pero, aún más lamentable, debemos tener en cuenta que si elegimos la fidelidad en nuestras vidas, automáticamente estaremos exponiéndonos a que todo lo mencionado anteriormente nos pueda ocurrir a nosotras mismas, en algún punto de nuestras vidas.

Una alternativa sencilla a la trampa de la fidelidad

La solución es muy sencilla, no podemos crear perspectivas negativas o conflictos sobre el hecho de que exista la infidelidad. Esto no quiere decir que tengamos que aceptar que nos sean infieles.

Lo que planteo es que si existe infidelidad y ese hecho no se adapta a nuestros objetivos, simplemente debemos mantener la calma, tratemos de llegar a acuerdos para terminar la relación y lograr alejarnos sin conflicto.

No hay necesidad de buscar culpables, de pensar en atacar a alguien o de sentirnos mal con nosotras mismas. 

Debemos tratar de tener siempre presente que la fidelidad puede generar situaciones bastante extremas de violencia y represión, y si no vamos en contra de los sentimientos negativos que estimula, fácilmente podemos llegar a situaciones de intenso arrepentimiento.

Por otro lado, si bien es cierto que es posible construir una idea sana sobre la fidelidad, ese sería un objetivo que requerirá de mucha consciencia, sabiduría y experiencia, que no cualquier ser humano posee.

A pesar de lo que pueda decirnos nuestro propio ego, para el 99% de los seres humanos, el miedo a la infidelidad se nos va a salir de control.

Así como con la obesidad, el alcohol y las adicciones necesitamos un movimiento colectivo, que nos permita establecer medidas de precaución sobre el concepto de fidelidad. No para prohibirlo, sino para que la gente pueda entender los riesgos y las consecuencias.

Por lo menos, de manera individual, debemos forzarnos a notar y crear consciencia sobre los efectos negativos que el concepto de fidelidad tiene en nuestra mente.

Sólo cuando logremos entender que, así como existen razones lógicas para desear fidelidad, también existen presiones naturales hacia la infidelidad, podremos adoptar una perspectiva más sana y sin consecuencias traumáticas en nuestras relaciones.

De cualquier forma, nuestro objetivo principal, si queremos mantenernos en la búsqueda del placer, deberá ser tratar de romper los límites que la sociedad impone sobre nuestra naturaleza y buscar perspectivas más positivas que eviten conflictos innecesarios.

Por lo tanto, si continuamos juzgando la infidelidad, estaremos promoviendo el mismo miedo que hace que otras personas se comporten de forma violenta y desagradable, creando situaciones que van a terminar afectándonos a todos de forma directa o indirecta.

Conclusión

Las propuestas tradicionales sobre el amor y la fidelidad no son más que perspectivas sesgadas por malinterpretaciones y carencias emocionales, que surgen de nuestros instintos. Estamos influenciados por la simple comodidad de los consensos sociales más represivos.

Sólo cuando entendamos nuestro lado más primitivo, podremos encontrar formas sanas de expresar nuestros sentimientos. Mientras tanto, no podemos seguir juzgando a los demás sin entender lo que ocurre en nuestras propias cabezas.

Eliminemos el prejuicio sobre la infidelidad y dediquémonos a construir un mejor esquema para relacionarnos como seres humanos, en comunidad y no como animalitos primitivos llenos de violencia y toxicidad.

¿Qué opinas? Me interesa saber tu opinión. Déjame un comentario o un DM en mi perfil. En comunidad es posible generar cambios.

2 comentarios en «El efecto tóxico de la fidelidad en nuestras vidas»

  1. Hola estoy empezando, aprendiendo amo a mi Dominante pero aún soy celosa y posesiva, no quiero ser parte de su cuadra, siento que si lo hago me pierdo el respeto y solo seré una más de su cuadra.

    1. Hola Persy,
      El miedo a la infidelidad es uno de los factores más destructivos en la sociedad. Sin importar tus circunstancias, o el tipo de Dominante que tengas, o las malas intenciones de los demás, debes ser consciente que no puedes caer en las garras de un miedo que genera tanta violencia y conflictos, y que se encuentra únicamente en tu cabeza. No hay ningún daño, no hay ninguna justificación para las consecuencias que genera el miedo a la infidelidad. Por otro lado, el proceso de enfrentar el miedo e ir en contra para controlarlo, es extenso y complejo, necesitamos guía y tomará el tiempo que tenga que tomar. Ese proceso debe estar en manos de tu Dominante y es él quien debe asumir la responsabilidad de destruir tus límites. Si pones tu voluntad y disposición al servicio de ese propósito, podrás destruir tu miedo a la infidelidad y acceder a un universo infinito de placeres. Si tu voluntad es débil y tu miedo es muy fuerte, prepárate para una vida de miseria, arrepentimiento, aburrimiento e insatisfacción. La decisión siempre será tuya.
      Besos y abrazos.

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