La vulnerabilidad en la sumisión

La vulnerabilidad en la sumisión

La vulnerabilidad no es algo a lo que se le deba tener miedo, todo lo contrario, cuando aceptamos que somos vulnerables podemos ser conscientes de lo que somos y lo que podemos ser.

Nuestras mentes son nuestro único límite.

Y por ser vulnerables no es que seamos incapaces, porque podemos ser débiles, pero contamos con la fuerza de nuestra disposición.

De la vulnerabilidad puede emerger seguridad, satisfacción y la voluntad de potencializar nuestra perseverancia.

Es cuestión de encontrar el ángulo, el contexto, la perspectiva, el guía, el Amo adecuado, que permita expresar nuestra vulnerabilidad.

Ser subestimadas es el mejor estimulante para callarle la boca a todos.

Al final, esos que juzgaron y no confiaron en nosotras, serán los primeros en contar las historias de cómo nos conocieron.

Siempre tendremos que lidiar con los prejuicios, somos producto de nuestro entorno, pero no tenemos porque ser víctimas de las circunstancias.

Ser vulnerables es un punto de partida, una alerta para empezar a trabajar, para generar cambio, para prepararnos y luchar contra lo que traiga la vida.

Desde la vulnerabilidad podemos crecer, saber lo que necesitamos, adaptarnos y llegar a donde antes parecía imposible.

Sin embargo, sólo podremos actuar cuando tengamos la voluntad y la valentía para apropiarnos de esos sentimientos.

Sólo cuando nos amemos por ser débiles, por equivocarnos, o fracasar, por caer y tener que levantarnos, podremos apreciar nuestras limitaciones y empezar a construir un proceso para mejorar.

Ser fuerte es limitarse, la perfección es aburrida. Tenerlo todo es no poder ir más allá, no aprender nada nuevo, no tener un rumbo.

Cuando somos débiles tenemos todo un camino por delante, cosas nuevas por vivir, objetivos que alcanzar, motivos suficientes para seguir intentándolo.

Cuando no sabemos nada podemos disfrutar de la experiencia de probar lo desconocido, y aunque nos pueda costar más que a otros, nada podrá ganarle a nuestra voluntad de aprender.

Dejemos atrás la percepción malinfundada sobre la vulnerabilidad.

Ser vulnerable incluso puede generar placer, la sensación de fragilidad al ser sometidas es lo que nos inspira, lo que nos hace mojar.

No despreciemos esa oportunidad por el simple miedo a ser débiles, apreciemos el don de la vulnerabilidad.

Ser débil no es un pecado, ni una dificultad.

Ser débil es un punto de partida, una alerta para empezar a trabajar.

Ser débil es lo que me hace fuerte, es lo que no me deja renunciar.

Ser débil es el primer paso para encontrar mi libertad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *