Lo que entrego en mi Sumisión

Entrega de mi Sumisión

Te suplico que no tengas compasión de mí, permíteme estar a tus pies para ser humillada, azotada, mordida, arañada, escupida y lastimada de todas las formas que pasen por tu perversa cabeza. Te suplico que me destruyas, en cuerpo y alma, con tus golpes que revientan la piel, pero que construyen una mejor versión de mí y con tus palabras, que taladran el alma, pero encienden mi capacidad para vencer mis obstáculos.

¡Por favor! Permíteme entregarte la peor parte de mí, la que nadie quiere, la que nadie se ha atrevido a explorar porque allí todo es podredumbre… permíteme ofrendarte cada uno de mis errores, por los cuales debo pagar, sufrir y asumir responsabilidad, porque al hacerlo una parte de mí se transforma, sólo para poder ser disfrutada por ti.

Te pido que me dejes entregarte mi vulnerabilidad, cada uno de mis gestos de dolor y mis lágrimas, que surgen del lugar más genuino posible dentro de mí. Esta es mi forma de demostrarte que te pertenezco completamente, sin reservas, sin excusas, sin limitaciones. Porque es muy fácil dar lo bueno, lo bonito, lo perfecto… el verdadero reto está en apropiarnos de lo peor de nosotros, en reconocerlo y entregarlo, para que se haga con eso lo que es debido: transformarlo y mejorarlo.

Como siempre, te cedo el control para que hagas lo que quieras, yo podré soportarlo todo, porque sé que, no sólo es una ofrenda al dueño de mi vida, sino también una forma de aprender y asumir mis errores.

Entregarte mi Sumisión es la mejor manera de regenerar mi cuerpo y mi alma, de dejar caer pieles muertas, pieles que ya no van con lo que soy, o pretendí ser, pieles que sólo tú sabes cómo destruir, para abrir campo a algo más acorde con mi naturaleza y reconstruir lo que necesito, para poder disfrutarme a plenitud.

Por favor, déjame llena de tus marcas y cicatrices, las llevaré con orgullo, sin importar lo que puedan opinar los demás. Cada una será la más rotunda evidencia de mi voluntad para sanar y renacer, para hacerme fuerte y recorrer el camino tortuoso del crecimiento, camino que sólo con tu guía podré encontrar.

Te ruego que no me permitas huir, que me tomes, que me hagas tuya e impongas tu voluntad sobre mí. Llénate de placer con mi sacrificio, disfruta viendo a tu Sumisa entregarse sin restricción, cual catarsis maravillosa, cual expresión artística de todo lo que mi alma lleva adentro. Te entrego mi dolor y a cambio recibo mi redención, la llave a la puerta que me conducirá hacia mi mejor versión.

¡Por favor Amo!

Hazme sentir con tu control, desciframe con tu autoridad y dame vida con tu placer.

¡Por favor Amo! ¡Recibe mi Sumisión!

Un comentario en «Lo que entrego en mi Sumisión»

  1. Creo que tuve una mujer sumisa y la dejé perder. Si hubiese encontrado esta página antes hubiese tenido mejor idea de como proceder.

    Ella era tan obediente, pero al mismo tiempo se revelaba. Yo no tenía idea de lo que era ser un amo, es más ni sabia que existía este mundo tan interesante. Yo solo me impuse ante ella, como mi hombría me dictó. Primero con delicadeza con cariño, y después la molde completamente a mi sexualidad, a mis gustos y a mi placer.

    En muchas ocasiones le dije: cuando estes en mi presencia debes arrodillarte y besar mis pies. Pero ella nunca lo quiso hacer por voluntad propia, tenía que exigirle y aunque lo hacía sin ganas lo tenía que hacer. Pero extrañamente cuando salíamos y por fin regresábamos a casa y me recostaba en el sofá o cama, ella con una gran sonrisa y de manera rápida se arrodillaba y comenzaba a besar mis zapatos y pies.
    Eso me confundía, pensaba; “porque se rehusa a hacerme una reverencia pero cuando no le pedía que lo hiciera, ella se entregaba completa a mis pies y cuerpo?

    Ella hizo tantas cosas que yo le pedí, pero creo que no supe cómo hacer que ella disfrutara su submision, que disfrutara sus castigos, y que deseara entregarse no solo en cuerpo si no también en mente.

    Yo tenía planes para ella, y estaba seguro que ella sería completa con mi guía. Yo quería tener completo dominio de ella, pero algo dentro de ella la detenía. Y eso me frustraba.

    Que hice mal? Quizás ella solo hizo todo eso por amor? O quizás muy dentro de su ser sabía que yo era superior a ella y su mission en la vida era adorarme? Porque si lo hizo, me adoraba literalmente por horas sin parar, más sin embargo no pude hacer que me entregara todo su ser, su mente, su dignidad, su todo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *