Mi entrega

Mi entrega

Mis expectativas eran bajas. Aspiraba a algo común, aburrido y poco trascendental.

No te pedí en una oración al universo. No te añoré. No te deseé en una noche de despecho esperando que mi suerte cambiara. Mi débil existencia y mi corta imaginación no dieron para tanto. Nunca fuiste un sueño.

Apareciste siendo una realidad cruda, honesta, dolorosa, destructora, transformadora. Doliste desde el primer momento. Disfruté el dolor. Disfruté mi dolor. Como una herida pequeña, de esas que arden la piel, pero que tú tocas solo con la intención de que vuelva a arder. 

Llegaste a mi vida y solo hasta ahora descubro por qué.

Lo asqueroso, lo sublime, lo absurdo, lo certero, lo prohibido, lo divino, eso somos.

No soy nada: tu mayor enseñanza. Eres todo: mi mayor revelación. No somos cliché: nuestro mayor orgullo. No somos dos. Somos tres. Somos cuatro… somos la cantidad que queramos ser.

No hay tiempo para lo fácil. Se me olvidó qué es la monotonía.

Me proteges. Me retas. Me destruyes. Me guías. Me das el privilegio de vivir. Me metes al lodo solo por el placer de verme salir de ahí.

Me construyes. Crees en mí. Me quiero ver a través de ti.

Te sigo. Te venero. Me entrego. No hay restricciones. Ya no me pertenezco.

Tomaste todo. Estoy bien con eso. Transformaste todo. Vivo para ti como agradecimiento.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *