Mi perspectiva de vida como Sumisa

La razón de mi perversión

Como Sumisa no soy una mujer cualquiera, necesito estructura, disciplina, un objetivo que le dé sentido a mi vida.

Y es esa visión la que me permite enfrentar grandes sacrificios y medir el valor de mis elecciones.

La diferencia entre la insatisfacción y el éxtasis, no está en el amor, ni el dinero, ni siquiera en el placer, sino que la encuentras en la fuerza de voluntad y la disposición para luchar.

Y por eso, como Sumisa no escojo a cualquier pendejo como Amo.

Cuando una mujer es trabajadora e independiente, no busca un machito que la consienta.

No necesito un sugar daddy que me mantenga, ni un semental que me convenga.

Me inspira más la intención de aquel que haga explotar su perversión.

Prefiero un hombre que me sepa follar, que me haga la vagina vibrar, no sólo con el cuerpo, sino también con la mente.

Me enamoro de acciones, no de ilusiones ni de romanticismos vacíos que sólo dejan pesares.

Me entrego a experiencias que me enseñen, que nutran mi perversión, que potencialicen lo que yo soy y me lleven más allá de lo que yo misma podría alcanzar.

Si al final todo se siente bien, pues ese será el camino adecuado.

Y cuando la puerta a ese universo se abre, yo voy con todo, sin límites, sin dudas, sin miedos.

Si muero en el intento, moriré satisfecha, haciendo lo que mi alma me demanda y mi placer exige.

No se trata de forzar las cosas, hacerlo trae conflictos, todo debe surgir de manera natural, de lo contrario, tal vez no sea lo adecuado.

Se trata de sentir, de explorar, de tener la disposición para disfrutar de lo que sea que se reciba sin importar los obstáculos que se presenten.

Cuando el cuerpo es poseído, la mente se libera, y la dicha de la satisfacción llena el alma.

Como Sumisa no me humillo por necesidad, o miedo u opresión, dedico mi vida a servir porque sé que, a través de mi degradación, podré construir bases nuevas para encontrar mi camino a la satisfacción.

Soy la viva evidencia de que a partir de la vulnerabilidad puede rugir con fuerza la voluntad del placer.

Así, sucia, abusada, maltratada, despreciada, es como puedo encontrar la forma perfecta para que mi alma y mi sexualidad se expresen.

Así, débil, vulnerable, subestimada, humillada, es como podré aprender, crecer y callarle la boca a los cobardes reprimidos.

Sí, así, sabiendo que no lo merezco, que es difícil, que tal vez no se pueda, así es como debe ser.

Ahí es cuando más ganas me dan de trabajar, de suplicar, de continuar, de perseverar.

Cuando muchas sólo se quejan para que les den todo sin hacer nada, esperando a que un pendejo ignorante les solucione la vida, yo estoy aquí luchando por convertirme en una verdadera mujer.

Construyendo todo desde lo más mínimo, llegaré a donde ninguna princesa privilegiada podrá llegar: a la plena satisfacción personal.

Siendo una Sumisa, sé cómo disfrutar de la vida.

¿Y tú, todavía estás sufriendo?

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