
Si no hay disciplina, ni entrenamiento, no podrás superar tus límites y no habrá evidencia de placer, sólo quedará la cobardía y el prejuicio.
Ningún juicio proveniente de los demás se puede comparar con la miseria y la destrucción que representa alejarse de lo que nos genera placer.
Por más justificaciones que surjan en tu mente y por más energía que dispongas para huirle a tus miedos, si no logras sacar la voluntad necesaria para explorar lo que realmente eres, entonces la ansiedad, la tristeza y la depresión siempre te alcanzarán.
El problema es saber cómo y por qué explorar. Tu arrogancia o ignorancia te llevarán a pensar que conoces esas respuestas, pero si en tu interior no hay tranquilidad y tu mente aún te carcome con innumerables dudas, nunca existirá engaño alguno que pueda ocultar la ausencia del placer.
Conozco a muchos que alardean de felicidad sin una sola muestra de placer y, lamento informarte, tú tal vez pertenezcas a ese grupo. Todos lo estamos hasta que descubrimos el verdadero placer.
Mientras sigas luchando por mantenerte en el reino de la comodidad, en lo bonito y lo seguro, lo único que quedará es la miseria de lo aburrido, el arrepentimiento de la cobardía y los conflictos del prejuicio.
Preferible vivir juzgada por mi búsqueda de placer infinito, que miserable en los límites de los reprimidos.